domingo, 6 de diciembre de 2020

Mi viaje a Japón 5: Recuerdos revueltos de mi primera semana en Tokio


En esta entrada les voy a relatar sobre otros lugares que visité durante mi primera semana en Tokio, pero la verdad ya no recuerdo bien el orden, así que conforme me vaya acordando se las relataré. La verdad es que mi viaje fue una total revoltura: una semana en Tokio, una en Kioto, una en Tokio otra vez, dos semanas entre el norte y el sur, y la última semana en Tokio de nuevo.

Según yo les platiqué en la entrada anterior lo de dos días, pero ya me di cuenta de que fueron cosas revueltas que hice en varios días ja ja ja. ¡Qué vergüenza! Comencé a hacer estas entradas muy segura de que recordaba todo, pero estuve tan ocupada en otras cosas que ya olvidé los detalles. Así que, para esta entrada, mejor les iré comentando qué otros lugares visité durante el resto de esa semana, antes de irme a Kioto, aunque no sean en el orden en que sucedieron.

Era un local pequeño, pero con gran publicidad.

Recuerdo que un día fuimos a visitar la biblioteca de Fundación Japón y cuando salimos encontramos por primera vez un local de taiyaki, estas empanadas en forma de pez con relleno dulce, muy, muy ricas. En cuanto a la biblioteca de Fundación Japón, ahí revisé bastantes libros; la verdad es que tienen de todo, pero si buscas sobre temas culturales y de literatura, ahí encontrarás miles de cosas. Recuerden que en la Ciudad de México también hay una biblioteca de Fundación Japón y ahí tienen material en español, en japonés y en inglés, así que, si están interesados en la cultura japonesa o les gusta con fines académicos, es un buen lugar para buscar información.



Buscando el taiyaki perfecto, son buenos, 
había de camote y de frijol dulce.


Otra cosa que visité, y que van a ver por todos lados en Japón, son los templos sintoístas y budistas de todos tamaños. Hay algunos que son oficialmente famosos y hasta pagas por pasar a verlos, pero también hay lugares de este tipo que son más bien sitios históricos muy poco conocidos o que simplemente están ahí para el vecindario y que no tienen mayor chiste. Por ejemplo, cerca de donde nos quedamos había un sitio histórico, donde estaba la tumba de un personaje considerado gran sabio del confucianismo. De hecho, lo encontramos un día que ya estábamos bien hartas de estar pegadas a la computadora escribiendo trabajos y quisimos ir a una tienda a comprar algo y distraernos; resultó que camino al conbini, que es como un oxxo, lo alcanzamos a ver y lo visitamos.

Como lo mencioné, nos encontramos este templo/sitio histórico a unos metros del alojamiento. 


A propósito de las llamadas tiendas de conveniencia o conbinis, debo decirles que son lo más parecido a la tiendita de la esquina que van a encontrar en Japón; lejos de eso, a menos que vayan a un supermercado, no conseguirán productos similares. Los conbinis están en todos lados, hay 7Eleven, hay Lawson, que son los más comunes, y también de otros nombres que supongo que son negocios independientes.  Puedes hacer un montón de cosas en esas tiendas, lo principal comprar comida y otras chunches para sobrevivir: pan, sándwiches, obentos, bebidas, helados, panes al vapor, embutidos, etc. Además, dulces, jabón para el cuerpo, shampoo, quitaesmalte, especias, grasa de zapatos, y hasta camisas, pantalones, guantes, toallas, etc.; para los Godínez japoneses que se quedan a dormir cerca del trabajo, estas tiendas hacen honor a su nombre como tiendas de conveniencia.


De igual modo, por ejemplo, en los Lawson puedes comprar boletos para el museo de estudio Ghibli (que por cierto deben adquirirse con bastante anticipación porque se acaban rápido para las fechas cercanas) o para conciertos; imprimir con tu usb, sacar copias, comprar manga... En el caso de los 7Eleven lo más valioso que tienen, creo yo, son los cajeros automáticos, pues en ellos puedes sacar dinero con tarjetas extranjeras y la comisión no es tan cara. También en las oficinas postales, pero la verdad es que nunca tuve necesidad de buscar una porque siempre había 7Eleven disponibles, y, por si fuera poco, en varios centros comerciales también hay cajeros de 7Eleven que resultan bastante convenientes.

Otras tiendas muy, pero muy icónicas de Japón, se llaman Don Quijote, que curiosamente tienen en su logotipo a un pingüino. ¿Qué tiene que ver con Don Quijote un pingüino? Quien sabe, pero van a reconocerla por eso y por sus letras amarillas. Estas tiendas abundan en Tokio en diversos tamaños, ¿qué venden? de todo, ¡¡DE TODO!!  Sí, es como una combinación de Liverpool con Walmart, conformada mini pasillos de tanta, pero tanta mercancía distinta, que pierdes visibilidad. Puedes encontrar verduras en un piso, juguetes en otro, bolsas de lujo, electrodomésticos, ropa, cosméticos, disfraces, trastes…bueno ¡hasta encontramos una sección de sex shop!

Puedes perderte hooooooooras en Don Quijote de tantas cosas que hay. Incluso llegas a amar la canción de la tienda: “Do do do donki, don qui-jooooote” ja ja ja. Mis amigas y yo nos hicimos tan adictas que cada que veíamos una entrabamos a ver qué había, de hecho, recuerdo que una vez fuimos en la mera madrugada ja ja ja, pero eso se los platicaré en otra entrada porque pasó en otra semana.

Otras tiendas famosísimas son las Daiso, o tiendas de 100 yenes, llenas de artículos baratos que pueden llegar a ser sumamente útiles. Al igual que los Prichos que están afuera de los Walmart, la idea es tener muchos productos de un solo precio accesible y con bastante variedad. La diferencia es que en Japón hay una variedad enoooorme de productos. De hecho, también hay tiendas Daiso de varios pisos, y aunque no todos los artículos cuestan 100 yenes porque hay más caros, encuentras infinidad de cosas; el consumismo a todo lo que da.

Hace ya un buen tiempo entré a una Parisina y vi que cambiaron la organización de los productos de mercería en una especie de pasillos temáticos donde además agregaron una gran cantidad de productos que no vendían en esa tienda. Pues ese nuevo arreglo de estas tiendas es igual (si no es que copiado) que las tiendas Daiso. Aunque ahí no venden telas, si venden un montón de artículos de decoración, de mercería, de jardinería, de cocina, blancos, accesorios, trastes… Lo curioso es que no son cosas de (tan) mala calidad, están bien hechas si nos ponemos a ver el precio, unos 20 pesos más o menos, una gran diferencia con México, y considerando que los productos son hechos en China también.

Hay otras tiendas de 100 yenes más allá que Daiso, la mayoría negocios independientes que tienen más de lo mismo; ahí se consiguen también muchas cosas bonitas de papelería y bien baratas. Algo que me arrepentí de no comprar fueron pinceles para caligrafía japonesa, incluso un amigo compro un plumón de punta muy flexible para escribir los kanjis como si fuera pincel, estaba padrísimo.

La verdad siento que me hizo falta visitar un montón de cosas en Tokio, tuve tantas cosas qué hacer que me vi inmersa en cachitos de todo un poco. Aunado al hecho de que no tenía completa libertad porque tenía que escribir trabajos y entregarlos en esos días, traíamos un itinerario de actividades que no siempre coincidía con cosas que yo quería visitar. La verdad, tengo que juntar dinero para volver a ir, siempre querré volver a Japón.

Y… en esa semana ¿qué más vi de Japón? ¿Qué más aprendí? Pues, muchas cosas wuuu!! (De hecho estaba de moda Lady wu en ese momento jajaja). Primero, que en Japón el limón es carísimo, y en invierno peor. Un compa compró un limón como en $50 pesos, ¡un limón! Si, ya sé que hubo una mala racha en que el limón tuvo un incremento de precio brutal en México, igual que el aguacate, y que el huevo, pero allá es una cosa permanente; de hecho, para que puedas comer algo sabor limón te venden “jugo” de limón empacado ja ja ja, sabe bien artificial pero es lo mejor que vas a poder encontrar a buen precio.

Otra cosa tremenda es que allá puedes encontrar huevos cocidos en los conbinis empacados de forma individual, ¡guau! En esos días por primera vez probé anmitsu, la verdad es bastante bueno, creo que ya les había puesto una entrada de uno que hice yo copiando la receta de Cooking with dog, aunque la verdad estaba todo chafa. El de Japón, en cambio, estaba bueno, y eso que no soy la fan número uno del anko. Si no saben qué es, se trata de un plato con gelatina de agar agar sin sabor, cubierto de bolitas de harina de arroz, helado, jarabe y frijol dulce. Paty Chapoy lo describiría como un plato: “interesante, pero estraño”, por no decir ¡qué horror! ja ja ja, sí me gusto.


 
 
Exactamente lo mencionado en el párrafo anterior. 


En el último día completo que estuvimos en Tokio en nuestro alojamiento se acabó el gas, el agua estaba ¡¡heladísima!! Era imposible bañarse porque ya hacía un frío tremendo, de hecho, para entonces ya estaba nevando. (Por cierto, les pongo un clip de la primera nevada en Tokio de ese año -2016- y salimos corriendo en pijama por la mañana a ver la nieve ja ja ja, ¡qué locura!).

En esa ocasión no nos pudimos bañar en la mañana y en vista de que nos íbamos a Tokio al día siguiente, no queríamos ir todas chamagosas en el camión, menos aun tratándose de un viaje como de 8 horas. Así que pedimos chance a unos amigos que se quedaron en Ikebukuro de darnos chance de bañarnos en su alojamiento, y después ir a comer a algún lado. Recuerdo que el alojamiento de ellos, pese a que estaba súper apretado, estaba padre porque tenía una litera y un tapanco con otra cama (donde mandaron al que roncaba mucho ja ja ja, no es cierto, él solito se fue para allá).  Lo chistoso es que, pese al tamañito de la habitación, el baño estaba grande, digo, comparado al que teníamos nosotras en nuestro alojamiento, era una mansión.

De hecho, ahora que me acuerdo, la noche anterior una compañera fue la que descubrió que no servía el calentador, pues ella acostumbraba a bañarse en ese horario. Recuerdo que le mandó un buen de mensajes al del Airbnb para que nos arreglaran eso y fueron hasta el día siguiente por la mañana, pero al final no arreglaron nada. Solo nos dijeron que iban a hablar a la compañía y ya, ¡un fiasco! Por eso tuvimos que ir al día siguiente con nuestros compas a pedir posada de baño.


Okonomiyaki
Por cierto, esa mañana, esta chica tenía un compromiso importante y se bañó con agua fría, creo que ese día estaba súper estresada porque ni quiso que le ayudáramos a buscar un onsen o baño público, así tal cual se metió a bañar. Supongo que estuvo terrible bañarse así porque no tardó nada ja ja ja ja. En fin, a lo que quiero llegar es al final de ese día, porque fue cuando probé el sake por primera vez en Japón. Cerca de la estación de Ikebukuro había un restaurante bonito, cuyo nombre no recuerdo, pero creo que tenía un tanuki en la entrada.  Ahí también comí por primera vez el oyakodon, un plato de arroz cubierto de una preparación de huevo, pollo, cebolla y otras cositas. Muy bueno, lástima que no me acuerdo donde está exactamente el restaurante como para recomendarles.


  
Un lugar con tanukis y sake, qué más se puede pedir. 

Bueno, esa semana en Japón terminó con la ida a Kioto, ahí mis amiguitas y yo nos separamos para volvernos a ver después. Yo me fui al día siguiente por la mañana con dos amigos que no estaban en mi primer alojamiento, pero solo me alojé con una de ellos por allá. Mi otra amiga llegó al día siguiente porque decidió viajar en autobús nocturno, creo que eso fue lo más espantoso para ella, pero eso les contaré en el siguiente relato.

¡Ah! También hay otra cosa que les debo contar: unos tres días después de haber llegado a Tokio fuimos a una taquilla a comprar los boletos de autobús para Kioto, por cierto, sale mucho más barato que viajar en shinkansen, aunque haces más del doble de tiempo. Aunque habíamos adquirido un Rail Pass, del que también les hablaré después, no planeábamos usarlo en esos momentos, así que tuvimos que usar el autobús.

Los boletos de autobús los compramos en Shinjuku, si ya han ido a Japón, sabrán lo problemática que es esa estación porque es ¡ENOOOOORME! Ya me habían advertido pero la neta mi imaginación no alcanzó ni tantito a la realidad, pensé que eran exageraciones y NO. Ese mismo día que compramos los boletos buscamos la terminal de donde saldría mi amiga en la noche, para prevenir y que ella supiera con antelación cómo llegar, pues aunque no lo crean, la estación de Shinjuku tiene una terminal de autobuses… ¿Kha? Sí, y centro comercial, y millones de salidas, y tiendas y negocios y ¡aaarrrgh! Es gigante.

Bueno, llegamos al lugar donde era porque resultó que unas personas amablemente nos ayudaron a saber cómo carambas llegar ahí. Es sumamente fácil perderte en ese lugar, la verdad a mí me dio miedo volver ahí jajaja. Pero todo salió muy bien después de todo, pues encontramos la terminal y el lugar donde iba a salir su autobús. Afortunadamente yo compre el de día que salía de otra terminal de autobuses que no tenía nada que ver con Shinjuku. Fui muy feliz.

Y hasta aquí queda esta entrada sobre mi viaje a Japón, perdón por la revoltura, pero los recuerdos se detonan en mi mente conforme veo objetos o fotos y la verdad perdí la noción del orden en esa semana en particular. Espero no me pase esto en las próximas entradas, aunque tampoco les aseguro que no pasará ja ja ja. ¡Hasta la próxima!

domingo, 12 de mayo de 2019

Game of Thrones me ha hecho rabiar en el penúltimo capítulo

SPOILER ALERT: Si no has visto la temporada 8 de Game of Thrones, y no te quieres enterar de detalles, mejor no sigas leyendo. Si ya la viste o te da igual leer sobre este capítulo, adelante. 

Justo acabo de ver el episodio 5 de la última temporada de "Juego de tronos", una serie de la que se ha hablado un montonononal en este mes. Hay memes por doquier y se ha hecho sumamente popular porque hasta hace unas horas tenía un guión bastante bien construido y siempre había lo inesperado para el espectador, pero beneficioso para la historia. 

El día que supe que esta serie no iba a ser predecible fue cuando mataron a Ned Stark, ahí lo comprendí todo. Para mí fue súmamente horrible y sorprendente la mega traición de matarlo, y esa es una de las razones por las cuales quise que mataran a Varys (siempre me cayó súper mal ese gordo mustio, porque según él quería lo mejor para el reino, y prefirió que la malvada Cersei continuara en el trono). Pero volviendo al punto, las siete temporadas me gustaron pese a todo. 

En esta última temporada me invadió el miedo que todo fan de una serie termina teniendo: que arruinen el final. Me pasó con How I Met Your Mother, cuando terminó quedándose con Robin, fue de whaaat!... 😕 (y eso que la vi toda como 2 años después de que terminó, ja ja ja). Me pasó con Desperate Housewives, que ya no vi las últimas dos temporadas porque se volvió una cochinada de programa. Y así sucesivamente he visto algunas series que han dado el paso a su propia cancelación por lo malas que se han vuelto. 

Pero eso no parecía pasarle a Game of Thrones... hasta la presente temporada. Para empezar, hicieron menos capítulos, aunque más largos: ¡¡error total! La temporada final iba a tener suficiente presupuesto como para hacer 10 o 12 capítulos, ¡ah no!, pinches 6 capítulos ¡y ya! Segundo, si nos iban a hacer esperar prácticamente dos años para ver el final, pues mejor hubieran pensado mejor el guión, ¡tuvieron bastante tiempo como para hacer todo mal! 

Y aquí va lo que más me molesta de esta temporada. Durante todo el show, mostraron que Daenerys Targaryen estaba destinada a obtener el trono, y bajo circunstancias difíciles, aunque la regó no solo una, sino un buen de veces, esto hacía que recibiera  bofetones bien feos por parte de la vida, de los cuales, se reponía y actuaba cada vez de forma más inteligente. Esta temporada no muestra esa misma congruencia en el personaje. 

¿Para qué construir con tanto cuidado un personaje que va creciendo como mujer, como gobernante y como guerrera para que al final la hagan ver como la loca para inclinar la balanza a favor de Jon Snow? Pues para mí, porque a huevo quieren que Jon sea el rey. ¿Es acaso tan molesto que quede una mujer como reina? 

Yo pensé que justo después de lograr la rendición de los soldados de Cersei podían pasar dos cosas, la primera, que Daenerys se iba a ir volando con su hijo volador hasta la torre donde estaría la reina usurpadora, la mataría con un delicioso Dracarys, y ya de ahí desarrollarían algún plan siniestro de Cersei utilizando el fuego valyrio o valyriano, que era su súper arma secreta.  La segunda, que simplemente iban a caer en una trampa al entrar a Desembarco del Rey y se iban a reponer hasta terminar con la muerte de Cersei ya fuera bajo las manos de Arya, de Jamie, de Tyrion o de Daenerys. 

Nada de eso pasó. 

En su lugar, le jugaron sucio al personaje de Dany y la pasaron por loca vengativa quemando a todos como si fuera su padre el "Rey Loco" dejando todo en cenizas para un nuevo comienzo.  Aparentemente Sir Jorah hubiera sido el único que la habría detenido de cometer esa masacre... Y además ponerla en contra de las hermanas Stark, ay ay ay, era momento de unirlos a todos, no de separarlos. 

Yo no digo que debían de dar un final satisfactorio al 100%, digo, ya sabíamos que muchos se iban a morir en esta temporada, pero si lo iban a hacer, por lo menos hubieran hecho algo más fenomenal, no que Cersei se quedó sepultada en los escombros y no recibió su merecido. Asshhh los odio guionistas de GOT, los odio con todo mi ser...

Y bueno, ya solo queda un capítulo, el cual ya no tengo muchas ganas de ver. De por sí se me hizo bien chafa que la lucha con los caminantes blancos durara solo un capítulo y ganaran luego luego, ahora yo creo que la historia no tiene remedio, y no puede arreglarse en un capítulo, eso es definitivo. De hecho tuve muchas expectativas porque Emilia Clarke dijo que el episodio 5 era fenomenal... No lo fue, lo odié. 

Bueno, pues ya qué, a ver que pasa el próximo domingo, donde diremos adiós definitivamente a GOT....

jueves, 9 de mayo de 2019

Visitas flash a universidades, Biblioteca de la Dieta y comida.

En esta entrada cubriré tal vez un par de días porque no me acuerdo bien del orden en que todo sucedió ja ja ja. 



Visitamos rápidamente la Universidad de Waseda, se trata de un campus muy bonito, de hecho, las universidades que visité durante este viaje tenían en común un gran cuidado de las fachadas de sus instalaciones y unos jardines hermosos. La presencia de árboles da mucha vida a cualquier lugar, y en esa época del año, a finales de noviembre, las hojas amarillas y rojas del momiji eran un espectáculo.
                                  Universidad de Waseda (2016)


Normalmente se le hace mucha promoción al florecimiento de los cerezos y los duraznos en la primavera, pero la verdad es que el momiji no le pide nada. Creo que los arces japoneses están poco valorados frente a los cerezos (las estrellas del color primaveral). Digo, yo nunca he ido en esa época, y no niego que debe ser hermoso, pero yo quedé muy satisfecha de ver los colores de otoño en los árboles. 


Jardines cerca de la entrada a la Universidad de Waseda




Jardines en la Universidad de Tokio (2016)


La visita a Waseda y a su biblioteca fueron prácticamente de flash, y acto seguido fuimos a la Universidad de Tokio donde un profesor nos mostró el campus (no me acuerdo que campus era porque tiene varios, seguro era uno cerca de la Universidad de Waseda ja ja ja). En la Universidad de Tokio yo me esperaba una experiencia un tanto tradicional o sobria, pero todo lo contrario. Yo no sé si es porque quería ver algo más a la japonesa en esa universidad, pero tiene muchos edificios al puro estilo europeo y un museo del mismo tipo dedicado prácticamente a la cultura occidental. No se si es porque acabábamos de visitar el museo Edo-Tokio, pero me dio una sensación sumamente artificial encontrar algo así en una universidad japonesa. 

Uno de los edificios de la Universidad de Tokio

De hecho lo comenté con algunos compañeros de viaje y me vieron como que estaba chiflada; no sé, igual si alguien de fuera llega a México y ve los edificios virreinales del centro de la Ciudad de México, también tendrán esa sensación, y no por ello será un lugar menos mexicano o parte de su ambiente. Es solo que eso se copió en esa universidad de forma "reciente" porque la verdad hay un esfuerzo por adoptar lo occidental en Japón en diferentes circunstancias. Si no me creen, comparen la vestimenta de la familia real japonesa y la inglesa y verán.¡Ay no sé! pero me dio esa sensación y ya, ja ja ja. 

Lejos de esa sensación, lo que me admiró de las pocas universidades japonesas que visité fue la arquitectura y el diseño de sus jardines, la verdad es que están en perfecto estado y dan una sensación de película, por eso los cambios de estación son un escenario hermoso. Del mismo modo sucede cuando se está cerca de los edificios gubernamentales, se nota que le meten bastante lana al mantenimiento.

Edificio de la Dieta japonesa (2016)


El siguiente lugar al que fuimos fue el edificio de la Dieta de Japón, que es algo así como la Cámara de Diputados aquí en México, sin embargo, tiene sus diferencias puesto que allá hay un sistema parlamentario donde se elige a un Primer Ministro, que actualmente es Shinzo Abe, y en el caso de México, como sabemos, tenemos la figura del Presidente de la República.



En esta visita se puede ir al lugar donde están las butacas para ver las reuniones, aunque en ese momento no había sesión... de lo contrario ni nos dejaban entrar yo creo 😅. También se puede pasar, de rapidito y por fuerita, a las salas de cabildeo de los partidos políticos y además hay una sala especial reservada para la familia imperial. Por cierto, no se podía tomar fotos de ahí y yo tomé ja ja, disfruten a su izquierda. 



Recinto de la Dieta japonesa


Adicionalmente, fuimos a la biblioteca de la Dieta, que es un acervo grandísimo de materiales. No solo cuentan con libros, sino también con un amplio acervo de revistas, periódicos y grabaciones no solo en japonés sino también en diversos idiomas. Es más o menos el equivalente a la Biblioteca Nacional en México, así que es un acervo súper importante y de acceso para todo el público. 

Entrada de la Biblioteca Nacional de la Dieta (2016)

¿Saben qué más acerva esta biblioteca? MANGA, muchísimo manga. Es algo raro para una biblioteca de este tipo ¿no? Pero estamos hablando de Japón, ¿por qué no habría de ser importante tener un acervo de manga? Curioso pero cierto. Si quieren más información y revisar los catálogos de esta biblioteca entren a su página aquí.


Algo que tengo que comentarles sobre las bibliotecas en Japón, es que la mayoría son bastante restrictivas. En el caso de la Biblioteca de la Dieta, pese a dejar entrar al público en general, hay que sacar primero una credencial, para la cual, tienes que hacer un trámite que puedes empezar por internet y terminarlo una vez estés por allá.  Además hay que pedir todos los materiales y consultarlos en tu mesita e ir haciendo notas en tu laptop o tu cuaderno porque, en primer lugar, las estanterías están cerradas, y en segundo, las copias de muchas páginas están prohibidas y son caras. 

Desde el piso más bajo del acervo de la biblioteca


En las bibliotecas de las universidades es una historia similar, se supone que solo los alumnos y personal académico tienen acceso libre. Si quieres tener acceso necesitas llevar una carta del director de tu universidad o facultad para poder entrar y consultar libros en dichas bibliotecas, lo ideal es que te comuniques por teléfono o por correo electrónico al menos un mes antes para que cuando llegues no haya de "que dijo mi mamá que siempre no". Si no eres alumno o becado o investigador asociado a esa universidad, en caso de que te den acceso a los materiales será solo para consultarlos dentro de la biblioteca. 

Momiji random ja ja ja


La verdad es que eso se me hizo una sangronada, porque en México las bibliotecas están abiertas al público en general (al menos las de las universidades públicas) y se pueden consultar y sacar copias de lo que quieras. Para entrar solo llevas tu presencia y ya, ja ja ja. Obviamente no tienes préstamo a domicilio, pero tienes acceso. En Japón no funciona así, si no te presentas y solicitas permiso, simplemente no puedes entrar. 

Lamentablemente, con todo y que sacamos la credencial de la biblioteca de la Dieta, no pude usarla 😭 más que el mismo día que llegamos para conocer la biblioteca. Eso fue algo súper frustrante, porque mis primeras tres semanas en Japón las había planificado para buscar información para mi tesis y visitar libremente las bibliotecas para lo que me hiciera falta; sin embargo, nuestra japonesita nos dio una planificación casi de tiempo completo para esas semanas, y aunque hubo experiencias muy buenas a las que nos llevó, la verdad, no puedo dejar de pensar que me arruinó mi plan, porque las semanas siguientes serían para visitar el país, y eso lo contaré aquí. 

Cambiando el ánimo de esta publicación, quiero contarles que cuando visitamos la Dieta, fue la primera vez que me enfrenté a un baño tradicional. La verdad ya sabía que existían pero nunca me había metido a uno, y no estoy hablando de los excusados que tienen su asiento inteligente estilo Bumblebee que te deja el cucu bien limpiecito, ja ja ja; estoy hablando de los que parecen una mini tina en el suelo y que te tienes que poner en cuclillas para poder hacer del baño. 


Al inicio se ve tenebroso, pero una vez que te acostumbras a tener las nalgas al aire ya no cuesta trabajo usarlos. El problema que yo les veo a esos baños es que si estás mal de las rodillas no va a haber poder humano que te haga usarlos; y, por otro lado, como cuando haces pipí (o popó) en el campo, si no le calculas, puedes salpicarte los zapatos o el suelo, y/o terminar pisando y embarrando los orines en el piso 😝.

Lo que sí puedo decirles que es súper genial de la biblioteca de la Dieta, es que tienen una cafetería donde comes muy bien y muy rico. Tienen su maquinita con las fotos y precios de la comida, metes tu dinero, sacas tu boletito y lo entregas en el mostrador. A los 10 minutos yo ya tenía mi ramen con un témpura de camarón... ¡ay! ¡qué cosa tan deliciosa! no había desayunado nada y esa sopita me cayó de perlitas. 

Con el poco tiempo que tuvimos de sobra, pasamos a comer a un lugar de udón muy bueno, pero que ni me acuerdo por dónde quedaba ja ja ja. Más tarde, ¡¡por primera vez en mi vida comí taiyaki!! Si no saben qué es, son esos pescaditos de masa de tipo hot cake pero que queda crujiente y normalmente están rellenos de anko (frijol dulce), aunque eso puede variar, por ejemplo, donde fuimos también estaban rellenos de camote y estaban igualmente ricos. 


Lo sorprendente es que las tiendas son icónicas, tal como se presentan en los animes y en las fotos que ves de estudio sobre Japón. Al menos todas las de tipo tradicional tienen estas banderitas o cortinas de tela afuera, que se llaman noren, para decorar e indicar el tipo de negocio del que se trata. Sobre todo para restaurantes o tiendas de determinadas comidas, es muy común ponerlas. 

Otra cosa padre que visitamos fue un panteón japonés. Whaaat? Pues si, en uno de los recorridos intermedios a estos lugares pasamos por un templo que tenía al frente un panteón, que en realidad es más un lugar a donde se va a recordar a los difuntos porque supuestamente no están ahí los cuerpos o las cenizas. Tal como ven en la siguiente foto, las varitas que ponen en las tumbas son la razón por la que te dicen que debes clavar los palillos de forma vertical en la comida. Aunque en Japón mucha gente se dice no ser religiosa o creyente, la verdad es que si tienen muchas supersticiones. 


Pasamos por un panteón, yo estaba fascinada ja ja ja


Y bueno, aquí termina esta entrada del blog sobre el viaje a Japón, tal vez no fue tan movida como las otras, pero hubo trabajo que hacer también. Hasta ahora no sé como le hicimos, todos teníamos un montón de tarea todavía, así que en las mañanas y media tarde salíamos, hacíamos las visitas, y de regreso, llegábamos al alojamiento a hacer tarea, a hacer cuentas de lo que habíamos gastado y todo lo que faltaba. Por supuesto, teníamos fechas límite para entregar todo y aún así andábamos de vagos, ja ja ja, pero sí pudimos, no sé como, pero sí pudimos. 

 Les dejo estas fotitos de comida ja ja ja


Nos leemos en la próxima entrada, byyyyyyye.





martes, 19 de marzo de 2019

Mi viaje a Japón 4: Primer recorrido, ramen, Museo Edo-Tokio, comiendo chanko nabe

¡El primer día en Japón!

Después de todo lo acontecido, al fin el primer día en Japón...

El alojamiento al que llegamos era pequeño, un airbnb al que llegamos sin conocer siquiera al dueño, que por cierto,  no estaba del todo limpio... digamos que solo lo necesario. Para las 4 chicas que nos quedamos ahí era un espacio bien reducido de una sola habitación. Había una litera y una cama a la que se le sacaba de abajo otro colchón, tenía una mesita donde todas llegábamos a sentarnos para hacer tarea, un rincón con una minicocineta, y finalmente un minibaño donde apenas cabía una persona haciendo lo suyo, y en el que, a decir verdad, si te echabas un pedo se podía escuchar en toda la habitación ja ja ja. A continuación les pongo un video del "house tour" de nuestro alojamiento de una semana, que por cierto, les va a adelantar algunas cosas que después contaré a detalle 



Entre otras amenidades teníamos microondas, botes de basura y una lavadora, lo cual fue genial porque no tuvimos que ir a la lavandería. Lo único malo fue que llegamos en noviembre al inicio de la nevadas en Tokyo y.... pues la ropa nunca se secaba jajaja. Bueno, sí se secó casi por completo pero después de que la dejamos adentro. Ahí aprendimos la importancia de las secadoras en climas húmedos y fríos. 

Cerca había un lago


Ese primer día amanecimos bien temprano, como a las 7 de la mañana, y lo que nos dio la bienvenida ¡fue un temblor! No inventen, ¡llegamos todas cansadas, y al despertar, la Tierra decide movernos el piso! Al principio no pensé que se tratara de un temblor porque me acosté en la parte baja de la litera, así que supuse que la chica que estaba arriba se estaba acomodando, o no sé, algo hacía para mover así la cama. Después de unos segundos aumentó la intensidad y hasta las lámparas se empezaron a mover.

Creo que todas nos quedamos pasmadas, y una vez que se redujo la intensidad del temblor ya empezamos a hablar: -¡Está temblando!- ja ja ja. En lugar de pararnos y salir de ahí corriendo, nos quedamos quietas en nuestras camas. Lo mismo nos pasó en los siguientes días, pero al final ya no se nos hizo raro. Durante mi viaje, esa semana fue la única en que me tocó sentir la tembladera. 

Mapa de barrio


Una vez que nos arreglamos para salir, nuestra misión era alcanzar a nuestra japonesita en el museo Edo-Tokio, un museo que está definitivamente creado para el turismo, creo yo; pero antes de partir hacia allá recorrimos un poco el vecindario de forma calmada -nada que ver con la noche anterior, en la que solo queríamos llegar a dormir-.

Anduvimos sacando fotos de toooooodo, les digo, de toooodo. Era una gran novedad, además el alojamiento nos dio un wifi portatil con el cual anduvimos por todos lados esa semana, la verdad es súper útil cuando andas por allá. Cuando salimos del alojamiento tuvimos la necesidad de ir a desayunar, ¿y que creen que desayunamos?


Rica y deliciosa ramen.


Ramen, sí, ramen. Ya la había probado en restaurantes japoneses en México, sin embargo, aunque esté bien hecha, no es lo mismo que comerla en Japón, ¡en Japón! Para mí esa fue una de mis primeras experiencias de gozo, porque fuimos a un lugar tradicional, algo que en ese país no es nada fuera de lo común, pero que para nosotras era todo un hallazgo. 

Y pues ya bien rellenas de sopa, nos dirigimos en metro a la estación de Ryogoku para alcanzar a nuestra japonesita en el museo. Una vez ahí compramos los boletos, que ni me acuerdo cuanto costaban, pero si puedo decirles que hay descuento de estudiante, algo muy útil. También hay guías gratuitos en varios idiomas, lo más común para los extranjeros obviamente es en inglés, pero si tienen suerte, alcanzan uno en español. 

En el museo de Edo-Tokio van a encontrar todo con respecto a la cultura de los últimos siglos en Japón; el periodo Edo, que comienza en 1600 y tantos, es decir en donde está la culminación del gobierno samurai; la etapa Meiji, donde Japón se "moderniza" a la usanza occidental; y sobre la vida durante la Segunda Guerra Mundial. La verdad vale bastante la pena ir, aunque no sean muy fanáticos de Japón. Si quieren saber más sobre el museo en su sitio oficial, hagan clic aquí, de hecho pueden encontrar un tour virtual. 

Entrada del museo Edo-Tokio

Dentro del museo


Cerca del museo, nuestra japonesita nos llevó a comer a una zona donde hay restaurantes de chankonabe. ¿Y qué es eso? se preguntarán, pues el chankonabe es una olla muy grande donde ponen a cocer verduras en un caldo y también se puede poner pasta como udón. Es una olla sumamente abundante porque se supone que es el tipo de comida que consumen los luchadores de sumo, quienes tienen que tener una comida abundante en calorías para alcanzar a ser los pesos pesados que son. 

El chanko nabe es muy bueno, la verdad me gustó bastante, pero nunca destronó al ramen en sabor. En ese restaurante al que fuimos, el estilo era bastante tradicional, del tipo en que la mesa está al ras del suelo y metes los pies en un hueco de abajo. Además, comer ahí fue como tener nuestra propia habitación, está cerrado con puertas corredizas y tiene tatami, por lo que tienes que quitarte los zapatos antes de entrar. 



El platazo de chanko nabe 😆



El servicio en los restaurantes japoneses es bueno, y hay que tener la precaución de no ponerle cosas encima al timbre para llamar al mesero o de lo contrario lo vas a tener como loco entrando a tu habitación privada ja ja ja. La verdad ni sabíamos que existía el tal timbre hasta ese día, salvo la japonesita, que ella evidentemente no se había dado cuenta. 


En el restaurante de chanko nabe


Al final comer ahí no fue tan barato, costó como unos $600 pesos por persona, así que tengan cuidado con estos restaurantes a la hora de pedir, porque muchas veces el precio que te ponen no es por el total del platillo, en especial cuando son comidas para compartir. Ese día mis compañeros se alarmaron un montón por el precio de la comida y como que se enojaron con la japonesita por llevarnos a comer ahí; yo la verdad pensé que exageraron porque ya habíamos hecho cuentas de lo que traíamos y sí nos alcanzaba bien, obviamente no íbamos a gastar así todos los días para comer y además la experiencia valió la pena. 

La verdad yo no les dije nada, solo les di el avión y les seguí la corriente, sin embargo, creo que no debí haberlo hecho; debí decir lo que pensaba, porque al final ellos mismos se dieron cuenta que no había porque reaccionar así porque teníamos suficiente para nuestros gastos en los días siguientes. Aunque me cuesta trabajo creo que tengo que aprender a decir lo que pienso, y ya después se verá, no por temor a ser distintos al grupo vamos a  hacer lo mismo que los demás si no estamos de acuerdo. 

Después de comer volvimos a nuestro alojamiento pues había trabajo que hacer en la computadora. Algo que les recomiendo cuando salen de viaje, es que al final del día vean cómo les fue con sus gastos para que calculen si pueden seguir igual o si tienen que bajarle, de esa manera no quedarán con la cartera vacía antes de que se termine el viaje.  Este día fue tranquilo, espero poder compartir la siguiente parte pronto. 

Por cierto, lo bonito de que se acerque la navidad en Japón es que hay luces por todos lados y la noche es muy bonita, por ejemplo, en los parques.




lunes, 3 de septiembre de 2018

¡Guácala de perro! Comida gringa en México (2): Beer Factory

Bien, pues esta entrada no está tan actualizada pues lo que les contaré tiene al menos unos 4 o 5 años, y por lo mismo, jamás volví a consumir nada en un maldito Beer Factory, ya verán por qué.

Estas entradas las inicié porque, ustedes saben, estamos llenos de cadenas de comida estadounidenses que nos ofrecen menús supuestamente diferentes, pero que la verdad no siempre tienen buena calidad y que suelen ser comidas caras. De hecho, últimamente se me ha hecho curiosa la manera que tienen estos restaurantes caros de establecerse mediante la publicidad y la imagen para venderte cosas bien sencillas y al mismo tiempo caras; lo que era normalmente un restaurante de lujo, donde pagabas estos mismos precios, pero por comida de verdad de otro nivel, ya son inexistentes. Y si quieres una buena comida fuera de lo normal ya no pagas $300 el plato, pagas al menos $500 a $700 por persona, lo cual, está ya inalcanzable para un bolsillo normal.

Un gran ejemplo de esto está en la plaza Parque Delta (¡no se llama "Plaza Delta" maldición!) que está cerca del Centro Médico. Dicha plaza tuvo una evolución interesante, pues para las zonas aledañas, al momento de su creación, no había otro centro comercial tan grande en las cercanías; muchos tenían que ir por ejemplo a Plaza Universidad y otros sitios a los alrededores que quedaban definitivamente lejos. Aquí la cosa es que hace poco tiempo se "enchuló" ja ja ja, pues la hicieron más grande y le agregaron restaurantes más dizque "finolis" y cambiaron su imagen  para un público con más lana.

Esto viene  a colación, porque los restaurantes que agregaron en Parque Delta, hacen lo mismo que Beer Factory, vender muy caro cosas que no son tan buenas, y déjenme decirles, que eso es un completo y total fraude para el consumidor. Hace mucho tiempo quería hacer esta entrada porque me dio mucho coraje que me saliera cara la comida y nos dieran puras porquerías, por eso de inicio les digo que no les recomiendo para nada Beer Factory.

Todo inició, porque acababan de abrir el Beer Factory que está sobre Insurgentes, muy cerca de la avenida Montevideo (ahora ya hasta tiene metrobús, qué horror), y cada que pasaba por ahí pensaba que debía ser un buen lugar para echarse una cerveza. Cuando ves la esencia del lugar, los tanques gigantes donde supuestamente está la cerveza y ... bueno, todo lo bonito, te da la impresión de que será un buen lugar para comer.

Un buen tiempo después, considerando que a mi papá le gusta la cerveza, lo invité a comer para el día del papá, puesto que no le había regalado nada. Como íbamos de paso, le dije: ¡oye te invito a comer acá! Pues ni lo pensó dos veces y nos metimos a comer ahí, con la ilusión de pasar un buen rato. La atención es buena, pero en cuanto ves la carta, está bastante cara, en esa ocasión yo recuerdo que todo platillo estaba al rededor de $300 pesos, y además, todo lo nombran como si fueran cocinados de forma seria en el propio restaurante. Digamos que se veía caro, pero no sonaba tan mal.

Ahora viene el momento de la desilusión, los dos pedimos un plato con pescado, él pidió un pescado blanco y yo pedí salmón, y claro, cerveza, ahí una má' o meno' recomendada por el mesero. ¿Qué fue lo que recibimos? Bueno, en primer lugar, mi papá pidió un plato que costó $350 pesos y consistió en un vil filete blanco del Nilo, de esos que venden en Wal Mart medio hecho a la plancha y con un poco de arroz instantáneo como el que venden en esa misma tienda comercial. 😲 No tengo que decirles a qué sabe todo eso, digo, si quería una comida común y silvestre (además de horrible) me compro yo solita 10 pesos de arroz y un filete y les aseguro que no gasto ni $50 pesos, ni siquiera aumentando el gasto del gas y las especias. 

Yo pedí salmón, y mi desilusión igual, un pedacito de salmón del que venden en Wal Mart, (que ahora ya no está tan barato, pero tampoco fue la gran cosa), acompañado de unas "deliciosas" verduras de La Huerta, de las que están disponibles también en los congeladores de cualquier tienda de autoservicio 😤.  Por ese platito chafa $280 pesos, ¡no-puede-ser!

Mi papá y yo nos miramos así como que, WTF!!, y yo creo que él no reclamo al mesero porque yo lo estaba invitando, y yo tampoco reclamé porque no quería incomodar a mi papá. Pero la verdad debimos reclamar y dejarles ahí su comida apestosa. De verdad, ¿cómo es posible que vendan esas porquerías, a ese precio y sin siquiera tener un poco de vergüenza? Robo y más robo, y uno más idiota que se deja robar. 

Las cervezas que pedimos, súper "x", y $80 cada una, ni siquiera artesanales ni nada, y no tenían más de 300ml cada una. Mi papá pidió una muy clásica, yo tenía muchas ganas de pedir una de sabor... hagan de cuenta que le pusieron Koolaid o Tang a la mugrosa cerveza, y pues... qué les digo, mal mal mal. 

Con eso en cuenta, no nos atrevimos a pedir nada más, creo que salimos muy inconformes y tristes porque no fue lo que esperábamos, además, gasté en algo para hacer feliz a mi papá, y resultó todo lo contrario. Mi conclusión: no vayan ni por la cerveza, no vale la pena, se anuncian como el gran restaurante cervecero bla bla bla... ¡Es una porquería y punto! no hay más. 

Lo peor, es que esa tendencia, como les comentaba en párrafos anteriores, invade a muchos restaurantes de este tipo, y todo en nombre de la publicidad y el estatus. Eso es un fraude, y una gran falta de seriedad con el consumidor; me sentí insultada, y no porque me sienta una gran "gourmand" o algo así, pero la neta llegué a ir a otros restaurantes que por ese precio te ofrecían un producto de buena calidad, con la suficiente seriedad como para conseguir ingredientes con un buen proveedor, que no fuera Wal Mart, y cocinado por un chef que sí sabía lo que hacía.

Ya pronto publicaré más experiencias en estos restaurantes, ¡estén atentos!  😝  

domingo, 26 de agosto de 2018

Mi viaje a Japón 3: Welcome to Tokyo!! ¿Cómo salgo del aeropuerto? y Aprendiendo a usar el metro

¡¡Bienvenidos a Tokio!!

La tierra mágica del ánime y el manga, del consumo ilógico e irracional y sobre todo, la sede del sueño de todo otaku bien entrenado para decir "konnichiwa".... ¿eh?... y ...ahora ¿cómo llego a mi alojamiento?

Bien, pues esta entrada es anecdótica y también explicativa, porque la verdad puedes llegar al borde del colapso si no sabes qué hacer para llegar a tu alojamiento.

Nuestro vuelo estaba planeado para llegar más o menos a las 6 p.m. de Japón, pero, siempre que viajes debes tomar en cuenta que hay contratiempos y que no vas a salir del aeropuerto a los 10 minutos de haber aterrizado, menos aún en un país extranjero. Hay que tomar en cuenta que el avión tiene que encontrar lugar en el aeropuerto, pues a nosotros nos pasó que tardó media hora más en aterrizar por falta de espacio, y una vez que lo hizo, debimos esperar todo el protocolo para poder salir del mismo. 

Cual camión guajolotero, tienes que agarrar tus chunches y hacer fila para salir, pero en esos aviones tan enormes es peor, pues yo calculo que les caben unas 500 personas y solo hay dos salidas. Una vez que lograste salir todavía hay que pasar a migración, donde según el número de personas antes que tú, es lo que esperarás para poder salir. Yo calculo que estuvimos ahí más o menos una hora.

Justo al salir del avión te encuentras con esto 😍


Recomendaciones para migración: siempre ten a la mano la dirección de tu alojamiento, no es necesario que les digas todos los lados a los que vas a ir, con que tengas la del primero es más que suficiente; debes especificar si es casa de alguien, si es un hotel o incluso si es un airbnb; además recuerda que debes saber cuántos días te vas a quedar, porque te piden que lo anotes en la papeleta que te dan a llenar, y te lo preguntan una y mil veces (en inglés claro, porque español la verdad no hablan). También debes llevar a la mano tu boleto de regreso, ya que he sabido que no dejan pasar a algunas personas por no tener este requisito pues no dan la certeza a las autoridades de que van a regresar a su país (eso en cuanto a entrada como turista, en otros modos o visados la verdad no sé qué aplique).

No me acuerdo si primero pasamos por el equipaje y después a migración, pero en recoger tu equipaje también te tardas un tanto en lo que encuentras tus maletas. Y la parte final es que, antes de salir, te pueden revisar el equipaje, en mi caso me abrieron solo una maleta porque se les ha de haber hecho sospechosa. Lo que pasó fue que mis papás las llevaron a envolver en plástico (del que ofrecen antes de documentar) y supongo que por eso me atoraron. En realidad no sé qué objetos no puedas pasar (aparte de los habituales digo, drogas, armas, ja ja ja) y solo te preguntan a qué vas, con qué propósito y a qué te dedicas como para encontrar una relación a todas las mugres que traes ahí adentro.   

La siguiente fase, una vez que sales, es cambiar dinero. En eso también te tardas un poco porque el mejor tipo de cambio lo tiene el aeropuerto, la verdad, y lo mejor es que cambies de una vez toda tu lana para que no andes batallando después buscando casas de cambio. Yo cambié primero a dólares antes de irme y allá cambié los dólares por yenes, eso fue bastante conveniente porque nos tocó una coyuntura en la que el precio bajó y nos dieron más yenes de los que esperábamos. 

Y bueno, ya que pasas por todo el merequetengue mencionado ¿te sales caminando a Tokio? Pues ¡no! El aeropuerto de Narita está más o menos a una hora de Tokio, así que salir del aeropuerto te saldrá un poco caro. La opción más barata que encontramos fue tomar un autobús de ¥1000 a la estación de Tokyo, un equivalente de $200 pesos (todas mis conversiones son a ojo de buen cubero ¿ok?). Hay otras opciones como el Narita Express en unos ¥3000 que equivalen a $600 pesos más o menos, o también el Skyliner como ¥2500 = $500 pesos. 

Nosotros no teníamos ni idea de cómo llegar al metro, yo ni siquiera lo había tomado en cuenta antes de salir de México. Tampoco sabía en qué línea o estación estaba nuestro alojamiento, y por eso no podía ayudar a mis compañeras a saber cómo irnos, ya estábamos poniéndonos nerviosas porque era de noche y gachamente, mientras cambiábamos dinero, los demás se fueron y ni nos pelaron; es más, ni chance hubo de preguntarle a la japonesita cómo llegar al alojamiento.

Afortunadamente otro amigo seguía en el aeropuerto porque se iba en autobús junto con otro chico, amigo de él, que le dio alojamiento. Nos recomendaron tomar el autobús, que era mucho más barato y también nos dejaba en una zona de fácil acceso, pues la estación Tokyo tiene acceso a bastantes líneas de metro, entre ellas la Yamanote, que es muy fácil de usar porque es periférica al centro de Tokio.  

Nos quedaba cerca del alojamiento, pero nunca pasamos a comer ahí 😂

Sin más ni más compramos nuestro boleto y nos formamos para tomar el autobús, el cual fue nuestro primer error porque la gente se forma siguiendo líneas que están en el paradero y que ni supimos cómo iban ja ja. Obviamente siempre hay señores que te indican donde te formes y que también suben las cosas a la cajuela del autobús, la verdad allá es una cualidad muy peculiar el que te indiquen cómo hagas todo. 

Cuando íbamos en el bus nos tocó un tráfico bastante intenso, y viajar por primera vez en un transporte terrestre en Japón se siente extraño porque vas en el carril contrario al que estás acostumbrado, aparte a mi me daba mucho miedo no saber dónde nos teníamos que bajar. Pero he ahí otra cualidad, esos autobuses tienen pantallas que te indican cuando estas por llegar a una parada, así fue que notamos que llegaba a otras estaciones de metro y no solo a la que nosotras íbamos. 

Una vez que llegamos pues yo solo seguí a la gente porque no sabía donde estaba la estación 😂😂; de verdad me daba mucho miedo perderme y más de noche y con maletas, no tanto porque me fueran a asaltar porque en Japón la seguridad es otro boleto, sino porque ya no iba a alcanzar metro u otro transporte y teníamos actividades planeadas para el día siguiente. En fin, como pudimos, cruzamos la calle desde donde el autobús nos dejó y llegamos a la enorme estación de Tokyo. 


Cruzando pa' la Tokyo Station

Ahí empezaron otros problemas ¿cómo rayos usamos el metro? ¿dónde nos vamos a bajar para transbordar? ¿de cuánto es el boleto que tengo qué pagar? No teníamos ni idea, preguntamos a los empleados de la taquilla y no supieron explicarnos absolutamente nada si no era en japonés, el cual, por supuesto no entendíamos por completo. Yo no sé, pero una de mis amigas se dio cuenta de qué línea teníamos que tomar y medio vimos de cuanto había que pagar el boleto y como pudimos lo compramos... pero después no sabíamos como entrar ja ja ja. Veíamos que todo mundo pasaba como si nada, sin embargo, cuando nosotras quisimos pasar el "torniquete", el maldito nos cerró las puertitas ja ja ja, y nos daba miedo meter el boleto. !Ay de veras¡ se me hace que se han de haber burlado de nosotras hasta el cansancio. 

Fue hasta que unos chicos que hablaban inglés nos dijeron que teníamos que meter primero el boleto y después pasar porque si no el torniquete bloqueaba el paso. No es como en México que primero te encajonas en el hueco del torniquete, metes tu boleto y te pasas; allá primero metes tu boleto y luego haces el resto ja ja ja. Curiosamente lo que si sabíamos era que teníamos que guardar el boleto porque lo necesitas para salir. 

En uno de los andenes de la Tokyo station, como ven tiene barandales que se abren automáticamente a la llegada del tren. 


Una vez que vas aprendiendo a usar el metro ya te da menos miedo, pero es que al principio no sabes ni qué onda porque en toda la Ciudad de México existe el mismo número de líneas que están solo en el estrecho "centro" de Tokio, o incluso menos ja ja ja. El miedo que teníamos de no pagar la cantidad correcta también se disipó cuando nos enteramos que había máquinas para pagar el importe faltante antes de salir, de ser necesario. 

Felices porque al fin pudimos entrar ja ja ja


Si un día van a Japón verifiquen sus traslados en Google Maps antes de ir, también las líneas de metro que tomarán; es muy recomendable descargar una o varias aplicaciones para ver las rutas de tren, que son bastante útiles y además gratis. Con las aplicaciones, de igual forma, se pueden ver los costos de traslado y se pueden elegir entre las rutas más baratas o la más rápidas según sus necesidades.    

Otra cosa que yo recomiendo es que en lugar de estar comprando boletos con el importe exacto, que pueden ser un dolor de cabeza, mejor se compren una Suika, que es una tarjeta a la que le ponen crédito para poder viajar en tren, metro, autobús y hasta comprar bebidas en algunas máquinas expendedoras. La tarjeta puede cambiar de nombre según la región pero sirve para lo mismo y la puedes adquirir en cualquier máquina del metro. 

Una de las miles de máquinas que hay en Japón, las que tienen fondo azul son bebidas frías y las de fondo naranja son bebidas calientes. 


Y bueno, la cereza del pastel también fue tremenda. Pues ahí nos tienen con nuestras maletotas porque llevabamos bastante espacio para todas las porquerías que compraríamos ja ja ja; resulta que al llegar a la estación donde estaba nuestro alojamiento había unas escaleras enooooormes que había que subir para salir, y nosotras con las maletas noooooooooooooo. Como buenas mexicanas nos resignamos a subir, ni modo, igual que en México, todo "a pata", así que ahí nos tienen de a dos subiendo una maleta para no morir de un infarto, hasta que logramos salir y dirigirnos al alojamiento. 

Para que el párrafo anterior tenga sentido, les adelantaré, que una semana después, llegamos con nuestras maletotas otra vez a la misma estación, y empezamos a bajarlas por las escaleras, cuando de pronto, una señora se nos acercó a decirnos que del otro lado había un elevador. Ja ja ja, cuando escuché "erebeeta" quería darme de topes en la pared 😂😭, no puede ser, cómo es que nunca pensamos que habría una manera más fácil de bajar las maletas. A partir de ese momento me di cuenta de que en todas las estaciones había elevador, o ya de a jodido, escaleras eléctricas para subir  o bajar más fácil. 😆😅.

Teníamos una verdulería cerca que cerraba tarde... debimos comprar fruta


Afortunadamente nuestro alojamiento en Tokio estaba muy cerca del metro, pero de todos modos llegamos exhaustas. De verdad que en menos de 24 horas hicimos una excursión tremenda y lo único que pensamos fue en llegar a dormir y olvidarnos del cansancio mental y físico que nos causó ese día, aunque debo decir, que pese a lo cansado fue muy divertido. En cuanto al famoso jet lag, la verdad no los sufrí tanto, sí me llegaba a dar sueño a eso de las 2 o 3 de la tarde, y del mismo modo, me despertaba como a las 6 a.m. o 7 a.m., sin embargo, creo yo que fue tanta la emoción, el estrés y la pesada agenda que tenía lo que me hizo adaptarme casi de inmediato. 

viernes, 4 de agosto de 2017

Mi viaje a Japón 2: Canadá de pisa y corre, nueve horas agonizantes.


Hay ocasiones en que pienso que viajar en avión es más irreal que viajar en autobús porque simplemente no se siente que avance una vez en el aire. Yo nunca había hecho más de dos horas de viaje en ese transporte, por lo que siempre me dormía o iba distraída, pero 5 horas de avión y después 9, sí que te llegan a aburrir o desesperar, al grado hasta de sacar al claustrofóbico que llevas dentro.

Normalmente me gusta ir en la ventana del avión, pero esta vez no me agradó tanto porque al ser hileras de 3 personas sumado a un vuelo largo, representa varias dificultades. Si los de al lado están dormidos tienes que despertarlos a ambos para poder ir al baño; además soy experta en entumecimiento de pies en lugares confinados, así que el primer vuelo, que fue hacia Vancouver, naturalmente me desesperó un poco.

Afortunadamente solo tuve que ir al baño una vez, y uno de mis cuates estaba en el asiento que daba al pasillo, así que tenía la tarea de delicadamente despertar al señor que iba en medio. En ese vuelo no te dan "ni máiz", si acaso jugo o cafecito, pero si quieres comer algo tienes que comprarlo. Si se espantan por los precios de los sandwichitos o papitas en Volaris o Vivaaerobus, ja ja ja, bueno los de Air Canada están peor. Evidentemente, no comí nada en el avión, solo dormí un poco y estuve jugando con la pantallita del asiento de adelante. 



Por USA hacia Vancouver
En algún lugar de USA hacia Vancouver

Como se ve en la foto, si el cielo está despejado, sientes la perspectiva de que el avión avanza, pero si solo se ven nubes, parece que estás quieto en una máquina de realidad virtual de la que vas a salir en el mismo lugar después de estar encerrado por horas.

La ventaja es que tienes entretenimiento gratis, películas (sin subtítulos 😢), tienda y también hay una parte en que puedes ver la ruta que lleva el avión, eso está muy padre. Tienes series de televisión, música, hasta el catálogo de productos que venden (incluso joyería, muy cara por cierto 😱). No le tomé foto a la pantallita, pero digamos que tienes algo para entretenerte de cuando en cuando.

Lo malo de nuestro vuelo fue que estábamos súper desvelados y queríamos dormir, lamentablemente en esos asientos es algo incómodo. Para restarle un poco la emoción al viaje, como siempre, en el Aeropuerto de la Ciudad de México hay retrasos, sobre todo en hora pico, y mi vuelo no fue la excepción. Tuvimos que esperar una hora más o menos para poder despegar, y de ahí, cuenten unas 5 horas para llegar a Vancouver.

Un par de compas, mis vecinos en la parte de atrás.

Para mí ese vuelo no fue tan incómodo, logré dormir un ratito y de cuando en cuando estaba entretenida en la pantallita, así que se me pasó más o menos ligero. Al llegar a Canadá yo pensé que iba a hacer muchísimo frío, pero la verdad es que estaba solo un poquito más frío que en México, me di cuenta que había llevado muchos suéteres para llegar allá. Moraleja: viajen ligeros, cómodos, y en capas 😁.

Para pasar por migración, como era vuelo de conexión, solo se trataba de un módulo muy chiquito para presentar tu pasaporte y visa. Mi visa era por dos entradas y pensé que le iban a poner un sellito o algo ¡y no! Lo único que hicieron fue tachonearle la palabra "dos" y escribieron "uno" en inglés. What? Entiendo que en su computadora mágica de datos está el registro de mi entrada al país y que solo me quedaría una, pero no inventen, tachonearla con pluma, no es de dios ja ja ja.

Estatua en el aeropuerto de Vancouver
No sé por qué, pero pasar por migración me da miedo, siento que me van a detener estilo Brigitte Jones o algo así, ja ja ja. Yo sé que es muy tonto, aún más sabiendo que no tienes qué temer si no has hecho nada malo, ni llevas drogas, ni nada, pero no sé, me da cosita. Creo que son de esos temores idiotas que la tele te mete en la cabeza.

El aeropuerto es bonito y amplio, tiene un ventanal con una vista muy padre hacia las montañas (no sé que montañas, la verdad no me tomé la molestia de preguntar), pero cuando volví ahí a mi regreso, estaban cubiertas de nieve y se veían aún más impactantes.

Ventanal en la sala de espera


Llegamos a Vancouver al rededor de las 12 pm de México, que en hora local eran como las 10 am, más o menos, y el vuelo de conexión saldría como a la 2 pm, así que tendríamos tiempo de comer algo para después ir a la sala de espera. El área de comida es un tanto pequeña y no hay demasiadas opciones para escoger, yo por ejemplo, escogí comprar una hamburguesa.

Otra estatua en el aeropuerto de Vancouver


La verdad no sé por qué, pero los malditos de las hamburguesas me vieron la cara. Yo solo traía dólares gringos pues no se me ocurrió cambiar a dólares canadienses dado que íbamos a estar solo unas horas, así que era pagar con la tarjeta o de plano ver si aceptaban mis dólares. Y sí, aceptaban dólares gringos pero te daban cambio en canadienses, yo no le vi el problema dado que regresaría por la misma ruta y podría gastar ese cambio para comer otra vez.

La bronca es que pedí lo mismo que mis compañeros: un paquete de hamburguesa, papas y refresco; incluso pagué con un billete de la misma denominación, pero me dieron como 5 dólares menos de cambio. Por supuesto yo no me di cuenta en ese momento porque no tenía ni idea de la paridad entre los dólares de ambos países, pero al hacer la conversión que si sabía hacer, a pesos mexicanos, pensé que había sido una hamburguesa muy cara, pues convirtiendo, había salido como uno 350 pesos mi paquete. La verdad me quedé sorprendida, si en el propio Burger King o Macdonald´s se me hace caro pagar 100 pesos por un paquete de esos, imaginen lo que sentí ese día.

Hasta había comida japonesa ja ja

En fin, ya que estábamos por partir, les estaba comentando a mis compañeros que se me hizo muy muy cara la hamburguesa, y asintieron, pero a la hora de que les dije cuánto me dieron de cambio, me dijeron que a ellos les habían dado como 5 o 6 dólares más que a mí.... -¡Maldita sea, vieja ratera!- pensé en ese momento, lamentablemente ya teníamos que subir al avión, por lo que no pude regresar a reclamar. Fui robada, primero por el precio, después por el cambio. Si compran hamburguesas ahí, que según me acuerdo es el único que las vende, por favor fíjense que no les roben como a mí.

En todo caso, la espera se me hizo rápida porque no fue demasiado tiempo, además dio oportunidad para estirar las piernas un rato. Ja ja ja, acabo de recordar que hay una anécdota graciosa de ese día: estaba tomando medicamento para la garganta pues, recientemente me había enfermado. Lamentablemente la toma de antibióticos no es cosa de 2 dosis y ya, así que cuando nos fuimos, aún me faltaban un par de días para terminar el tratamiento. El problema fue que se me olvidó tomar mi cápsula cuando estaba comiendo, así que me terminé el refresco y no tuve nada más para pasármela; luego, como ya estábamos en espera y no quería ir hasta el área de comida decidí ir al baño, porque según recuerdo había bebederos ahí.

Cuando iba camino al baño me puse la cápsula en la boca porque iba a ser algo rápido, pero me encontré a una compañera a medio camino. No recuerdo qué me preguntó, o por qué tuve que abrir la boca, el chiste es que  la cápsula ya se estaba deshaciendo y el "polvito medicinal" se estaba saliendo; entonces, en el momento en que hablé, una bocanada de polvo salió de mi boca, como humo, ja ja ja ja. La verdad me dio mucha vergüenza y mucha risa a la vez, porque ella se quedó con auténtica cara de "what", pero no dijo nada ja ja ja ja. Entonces solo corrí al baño por agua y poderme pasar la cápsula que ya me había amargado la boca. 😂😂

La pecera del amor (no pesera 😆😆)

En fin, después de todo esto, tomamos el avión hacia Japón, ahora sí, un vuelo de 9 horas nos esperaba para el destino final que muchos soñamos en alcanzar, la tierra asiática prometida del animé el manga y las cosas raras. Nunca había "cruzado el charco", y en esta ocasión, crucé el charcote, el Pacífico. Aunque el avión no cruzó tal cual el océano, se fue sobre Alaska, Rusia y luego Japón desde Hokkaido ja ja ja, no sé por qué siguió esa ruta, tal vez tiene algo que ver con el viento o con las rutas aéreas establecidas, quien sabe.

En ese vuelo sí nos dieron de comer, creo que te dan un par de veces la comida completa, pero la verdad no está nada mal, y terminas súper lleno considerando que son bastantes horas sentado. Para la comida te dan opción a pollo o res, pero por lo que vi no dan ninguna opción vegetariana, así que, de ser vegetariano o vegano creo que no podrás comer prácticamente nada del menú. Te dan bebidas de cajón: refresco, agua, café, y vinos y licores 😆, aunque yo no recomiendo tomar alcohol porque te deshidratas mucho en esos trayectos, al menos a mí me pasó y no me sentí muy bien jaja. 

No me acuerdo qué comí, pero estaba bueno, el brownie de la izquierda estaba riquísimo.

Otra cosa que recomiendo es que no lleves una chamarrota puesta, yo me emocioné porque pensé que haría frío, o al menos más frío que en México, pero.. ¡meh! total error, me estuve asando todo el camino. Es mejor viajar con chamarritas o suéteres en capas para que se los puedan quitar o guardarlos cuando estén en el avión y/o donde quiera. La ropa igual, cuando son tantas horas, es más cómodo usar pants o algo que no les quede justo o apretado, es mucho más cómodo ir con ropa deportiva o medio fodonga en lugar de estar sufriendo. Yo fui con pantalón de mezclilla y botas de campo... los pies se me inflamaron y me sentí un poco incómoda, pero para el regreso aprendí la lección. 

Afortunadamente para mí, en ese vuelo de 9 horas, no había nadie a un lado. Me tocó sentarme junto a la ventana, en medio no había nadie, y en el pasillo a nuestra japonesita; fue maravilloso porque pudimos estirar las piernas, dejar abajo mi mochilota (que necesitaba para chambear un rato en la compu) y además me pude dormir un poco más cómoda.... Lo único malo fue cuando nuestra japonesita agarró mi mochila sin querer, del lado donde estaba mi compu, como banquito para sus pies...

Lo que me sorprendió de este vuelo transpacífico es que se trataba de un avión inmenso, yo creo que íbamos al menos 500 personas. Dirán ¡obvio! pero es que nunca me había subido a un avión así, por lo general me había subido a aviones que tenían tres asientos en la izquierda y tres en la derecha; incluso a otros mucho más pequeños que tenían dos de un lado y uno en el otro por ser vuelos cortos o de baja demanda, pero jamás uno tan enorme. 

Lo malo de mí es que ya me desacostumbré a viajar por tanto tiempo. Antes, con mi familia, hacíamos viajes bastante largos en año nuevo pues íbamos a Chiapas, teníamos que hacer al menos dos días de camino en el coche. Es decir horas y horas de viaje porque no había autopistas y solo veías curvas y curvas, cerros y cerros, muy bonita la vista pero también muuuuuucho vómito ja ja ja. Hoy en día, si el viaje en carretera es de más de 5 horas prefiero el avión, no por payasa o snob, sino porque se me hace mucho más práctico. A menos que el objetivo de tu viaje sea admirar el paisaje e ir puebleando, que realmente puede hacerte descubrir maravillas, entonces ¡en coche se ha dicho!

Creo que lo que provocó que me desesperara tanto en esas horas de vuelo fue que traía un tremendo estrés por terminar mis trabajos finales. La verdad es que por más que quise no los pude terminar antes, había que preparar todo para el viaje, no solo las maletas, sino tus hospedajes, lo que vas a hacer, requisitos, dinero, etc. Aún más complicado si tienes planeado sacarle todo el jugo a tu Rail Pass, porque tienes que ser cuidadoso a la hora de elegir lo que vas a hacer. 

De tiempo en tiempo sacaba mi computadora para escribir algo pero me trababa, ya no sabía qué escribir, me costaba mucho leer, más aún porque el avión estaba súper oscuro: tontamente pensé que era de noche y que había oscurecido muy rápido. Hasta mucho después me di cuenta que podías ajustar la luz de la ventana para poder dormir,o lo que fuera que quisieras hacer ja ja ja, lo siento, mucha tecnología para mí. 

Me costó mucho concentrarme, si me ponía a ver películas a los 20 minutos me desesperaba porque sabía que quería terminar esos trabajos a la de ¡ya! Creo que lo que debía hacer era tomar las cosas con calma, porque no iba a lograr nada en esa situación, sin embargo no me di cuenta hasta la última hora de viaje, en la que me resigné a disfrutar las películas de la pantallita. Me emocioné porque quería ver "El bebé de Brigitte Jones" en el cine, y la tenía ahí.

Cabe mencionar que la desesperación me pegó cuando llevábamos unas 5 horas de viaje, imaginen,¡todavía faltaban cuatro! Ya estaba bien desesperada, pero hasta mucho después que me di cuenta que esa actitud no me llevaría a ningún lado, tenía que llegar a Japón y además no podía salir del avión, a menos que supiera abrir la puerta y saltar en paracaídas en medio de la nada, pero no era una opción ja ja ja.

Y así transcurrieron nueve interminables horas de viaje hasta que al fin llegamos a Tokio y... no pudimos aterrizar porque no había lugar 😭😭😭😭😭. El avión volvió a elevarse y todos quedamos como tontos esperando otra media hora, después de que ya nos habían dicho: ¡Welcome to Tokio! desde la cabina del capitán.

Ahora sí, bienvenidos a Tokio 😇