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LA VISITA DEL DALAI LAMA Y
LA SITUACIÓN TIBETANA
Por Tsewang Phuntso
A dos años de su tercera visita, Su Santidad el Dalai Lama retorna a México donde impartirá charlas y enseñanzas. El máximo líder espiritual tibetano lleva grabado en su corazón todo el respeto y el amor demostrado por el pueblo mexicano en cada una de sus visitas, en los años de 1989, 2004 y 2011.
"México ama a Tíbet", rezaba una pancarta en el Estadio Azul en septiembre de 2011. Esa demostración de afecto y empatía resulta de gran importancia para todo el pueblo tibetano, en momentos en los que atraviesa por uno de los periodos más críticos en los más de sesenta años de ocupación de su territorio.
En efecto, en los últimos años ha habido un notorio y marcado recrudecimiento de las políticas llevadas a cabo por el gobierno chino en detrimento de la cultura tibetana. La lucha pacífica por detener o al menos alentar su socavamiento se hace cada vez más ardua y más difícil de sostener para los tibetanos.
En lo que tiene que ver con el idioma, se ha profundizado su desvanecimiento, al punto que los textos de estudio en tibetano han sido cambiados por textos en chino. Esto ha generado protestas pacíficas de estudiantes del ciclo medio, pero el gobierno se ha mantenido firme en su propósito de impulsar el estudio del chino mandarín por sobre el tibetano.
Si los tibetanos quieren progresar en su trayectoria académica o conseguir empleos dignos, deben dominar el chino mandarín en detrimento de su cultura.
Otro punto de incidencia en la supresión de su identidad cultural ha sido el programa de traslado y reubicación de los nómadas que durante toda la historia han poblado la meseta tibetana, desplazándose de un lugar a otro para buscar los lugares más adecuados para alimentar sus ganados.
Durante siglos, los nómadas tibetanos no sólo han aprendido a sobrevivir en lugares y climas inhóspitos y muchas veces adversos para la vida humana, sino que además han sido responsables de una naturaleza tan impactante como frágil.
Así han logrado que el ecosistema tibetano se haya mantenido prácticamente virgen hasta mediados del siglo XX, cuando se produjo la invasión china. Ese ecosistema de importancia vital no sólo para el Tíbet si no para el mundo, se ve comprometido si no se genera un inmediato cambio en las políticas medioambientales llevadas adelante por el gobierno chino.
La tala indiscriminada, la construcción de represas y las actividades de minería a gran escala están socavando la naturaleza de la región que ha motivado la denominación del Tíbet como el "Tercer Polo" y ha alimentado con el agua de los ríos que nacen en la meseta tibetana a casi un tercio de la población mundial.
Concretamente, un tema por demás sensible como el del agua, tenderá a agravarse en los próximos años, cuando de acuerdo con un alto responsable de una compañía hidroeléctrica china, la mayor parte de la energía hidráulica de Tíbet sirve para satisfacer las necesidades del resto de China.
Esto sumado a la construcción de presas para desviar el curso de los ríos y llevar agua a poblaciones chinas que carecen de ella, supondrá una mengua notoria en el flujo de este recurso que hasta ahora llegaba a otras populosas poblaciones de Asia.
Con la impotencia de más de 60 años de una cruenta ocupación y el desconocimiento de sus derechos fundamentales, 121 tibetanos han decidido inmolarse en los últimos años. Estas personas se han sumergido en las llamas, no en la comisión de un suicidio. Se trata de un acto de sacrificio de una enorme magnitud, para llamar la atención de la comunidad internacional sobre la situación límite que está viviendo su pueblo y el punto cercano a la extinción en el que se ubica su cultura.
El último mensaje que han dejado el es grito por el el retorno del Dalai Lama a su patria y el deseo de la recuperación de su libertad.
La adopción de esta drástica medida es motivada por la imposibilidad de manifestar su desacuerdo con las políticas del gobierno chino por otras vías, ya que toda manifestación, por pacífica que sea, culmina con la detención, la tortura, la desaparición o la muerte de quienes la realizan.
Lamentablemente, las autoridades chinas, lejos de mostrar empatía con quienes han entregado su vida por esta causa y atender los reclamos que han motivado estos hechos, han optado por redoblar la dura represión, llegando al arresto de familiares conocidos, amigos y personas cercanas a los inmolados.
Por eso es tan importante para el pueblo tibetano contar con expresiones de apoyo y comprensión como las que el pueblo mexicano ha demostrado con entereza y espíritu, más de una vez. A esa muestra de solidaridad y empatía vaya mi más profundo reconocimiento.
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