martes, 19 de marzo de 2019

Mi viaje a Japón 4: Primer recorrido, ramen, Museo Edo-Tokio, comiendo chanko nabe

¡El primer día en Japón!

Después de todo lo acontecido, al fin el primer día en Japón...

El alojamiento al que llegamos era pequeño, un airbnb al que llegamos sin conocer siquiera al dueño, que por cierto,  no estaba del todo limpio... digamos que solo lo necesario. Para las 4 chicas que nos quedamos ahí era un espacio bien reducido de una sola habitación. Había una litera y una cama a la que se le sacaba de abajo otro colchón, tenía una mesita donde todas llegábamos a sentarnos para hacer tarea, un rincón con una minicocineta, y finalmente un minibaño donde apenas cabía una persona haciendo lo suyo, y en el que, a decir verdad, si te echabas un pedo se podía escuchar en toda la habitación ja ja ja. A continuación les pongo un video del "house tour" de nuestro alojamiento de una semana, que por cierto, les va a adelantar algunas cosas que después contaré a detalle 



Entre otras amenidades teníamos microondas, botes de basura y una lavadora, lo cual fue genial porque no tuvimos que ir a la lavandería. Lo único malo fue que llegamos en noviembre al inicio de la nevadas en Tokyo y.... pues la ropa nunca se secaba jajaja. Bueno, sí se secó casi por completo pero después de que la dejamos adentro. Ahí aprendimos la importancia de las secadoras en climas húmedos y fríos. 

Cerca había un lago


Ese primer día amanecimos bien temprano, como a las 7 de la mañana, y lo que nos dio la bienvenida ¡fue un temblor! No inventen, ¡llegamos todas cansadas, y al despertar, la Tierra decide movernos el piso! Al principio no pensé que se tratara de un temblor porque me acosté en la parte baja de la litera, así que supuse que la chica que estaba arriba se estaba acomodando, o no sé, algo hacía para mover así la cama. Después de unos segundos aumentó la intensidad y hasta las lámparas se empezaron a mover.

Creo que todas nos quedamos pasmadas, y una vez que se redujo la intensidad del temblor ya empezamos a hablar: -¡Está temblando!- ja ja ja. En lugar de pararnos y salir de ahí corriendo, nos quedamos quietas en nuestras camas. Lo mismo nos pasó en los siguientes días, pero al final ya no se nos hizo raro. Durante mi viaje, esa semana fue la única en que me tocó sentir la tembladera. 

Mapa de barrio


Una vez que nos arreglamos para salir, nuestra misión era alcanzar a nuestra japonesita en el museo Edo-Tokio, un museo que está definitivamente creado para el turismo, creo yo; pero antes de partir hacia allá recorrimos un poco el vecindario de forma calmada -nada que ver con la noche anterior, en la que solo queríamos llegar a dormir-.

Anduvimos sacando fotos de toooooodo, les digo, de toooodo. Era una gran novedad, además el alojamiento nos dio un wifi portatil con el cual anduvimos por todos lados esa semana, la verdad es súper útil cuando andas por allá. Cuando salimos del alojamiento tuvimos la necesidad de ir a desayunar, ¿y que creen que desayunamos?


Rica y deliciosa ramen.


Ramen, sí, ramen. Ya la había probado en restaurantes japoneses en México, sin embargo, aunque esté bien hecha, no es lo mismo que comerla en Japón, ¡en Japón! Para mí esa fue una de mis primeras experiencias de gozo, porque fuimos a un lugar tradicional, algo que en ese país no es nada fuera de lo común, pero que para nosotras era todo un hallazgo. 

Y pues ya bien rellenas de sopa, nos dirigimos en metro a la estación de Ryogoku para alcanzar a nuestra japonesita en el museo. Una vez ahí compramos los boletos, que ni me acuerdo cuanto costaban, pero si puedo decirles que hay descuento de estudiante, algo muy útil. También hay guías gratuitos en varios idiomas, lo más común para los extranjeros obviamente es en inglés, pero si tienen suerte, alcanzan uno en español. 

En el museo de Edo-Tokio van a encontrar todo con respecto a la cultura de los últimos siglos en Japón; el periodo Edo, que comienza en 1600 y tantos, es decir en donde está la culminación del gobierno samurai; la etapa Meiji, donde Japón se "moderniza" a la usanza occidental; y sobre la vida durante la Segunda Guerra Mundial. La verdad vale bastante la pena ir, aunque no sean muy fanáticos de Japón. Si quieren saber más sobre el museo en su sitio oficial, hagan clic aquí, de hecho pueden encontrar un tour virtual. 

Entrada del museo Edo-Tokio

Dentro del museo


Cerca del museo, nuestra japonesita nos llevó a comer a una zona donde hay restaurantes de chankonabe. ¿Y qué es eso? se preguntarán, pues el chankonabe es una olla muy grande donde ponen a cocer verduras en un caldo y también se puede poner pasta como udón. Es una olla sumamente abundante porque se supone que es el tipo de comida que consumen los luchadores de sumo, quienes tienen que tener una comida abundante en calorías para alcanzar a ser los pesos pesados que son. 

El chanko nabe es muy bueno, la verdad me gustó bastante, pero nunca destronó al ramen en sabor. En ese restaurante al que fuimos, el estilo era bastante tradicional, del tipo en que la mesa está al ras del suelo y metes los pies en un hueco de abajo. Además, comer ahí fue como tener nuestra propia habitación, está cerrado con puertas corredizas y tiene tatami, por lo que tienes que quitarte los zapatos antes de entrar. 



El platazo de chanko nabe 😆



El servicio en los restaurantes japoneses es bueno, y hay que tener la precaución de no ponerle cosas encima al timbre para llamar al mesero o de lo contrario lo vas a tener como loco entrando a tu habitación privada ja ja ja. La verdad ni sabíamos que existía el tal timbre hasta ese día, salvo la japonesita, que ella evidentemente no se había dado cuenta. 


En el restaurante de chanko nabe


Al final comer ahí no fue tan barato, costó como unos $600 pesos por persona, así que tengan cuidado con estos restaurantes a la hora de pedir, porque muchas veces el precio que te ponen no es por el total del platillo, en especial cuando son comidas para compartir. Ese día mis compañeros se alarmaron un montón por el precio de la comida y como que se enojaron con la japonesita por llevarnos a comer ahí; yo la verdad pensé que exageraron porque ya habíamos hecho cuentas de lo que traíamos y sí nos alcanzaba bien, obviamente no íbamos a gastar así todos los días para comer y además la experiencia valió la pena. 

La verdad yo no les dije nada, solo les di el avión y les seguí la corriente, sin embargo, creo que no debí haberlo hecho; debí decir lo que pensaba, porque al final ellos mismos se dieron cuenta que no había porque reaccionar así porque teníamos suficiente para nuestros gastos en los días siguientes. Aunque me cuesta trabajo creo que tengo que aprender a decir lo que pienso, y ya después se verá, no por temor a ser distintos al grupo vamos a  hacer lo mismo que los demás si no estamos de acuerdo. 

Después de comer volvimos a nuestro alojamiento pues había trabajo que hacer en la computadora. Algo que les recomiendo cuando salen de viaje, es que al final del día vean cómo les fue con sus gastos para que calculen si pueden seguir igual o si tienen que bajarle, de esa manera no quedarán con la cartera vacía antes de que se termine el viaje.  Este día fue tranquilo, espero poder compartir la siguiente parte pronto. 

Por cierto, lo bonito de que se acerque la navidad en Japón es que hay luces por todos lados y la noche es muy bonita, por ejemplo, en los parques.